Unos años intentaba hacerla en mitad de una procesión, pero no salía; otros, ya habían bajado a Nuestro Padre Jesús y esas manos ya no se podían fotografiar. El quería inmortalizar el gesto.
«Escuché unos ruidos, pero pensaba que no era nada», relataba a este periódico mientras servía, con las manos temblorosa y unas gafas de sol para ocultar que aún continuaba asustado ...